El aceite de oliva tiene múltiples beneficios para la salud que se atribuyen, en gran parte, a su alto contenido en polifenoles.
Los polifenoles son compuestos bioactivos, es decir, fitoquímicos presentes de forma natural en productos vegetales que presentan, además de su valor nutricional, beneficios adicionales para la salud derivados de ciertas actividades biológicas que conducen efectos metabólicos asociados.
La actividad biológica de estos polifenoles se relaciona fuertemente con sus propiedades antioxidantes. Estos compuestos son capaces de reducir la cantidad de especies reactivas de oxígeno y de neutralizar de forma potencial a los metabolitos carcinógenos. Además, también se ha probado su capacidad para modular el sistema inmune pues afectan a la proliferación de leucocitos, citoquinas y otros factores que participan en la respuesta inmunológica (Bucciantini y cols., 2021).
El aceite de oliva se compone principalmente de triacilgliceroles (98-99%). Estos triacilgliceroles (TGA) son un amplio y diverso grupo de ésteres de glicerol con distintos ácidos grasos. Siendo el ácido graso predominante en los TGA del aceite de oliva el ácido oleico monoinsaturado. Mientras que los compuestos fenólicos suelen presentarse en forma de ácidos fenólicos o alcoholes, derivados de oleuropeína, lignanos y flavonoides. En el aceite de oliva, el contenido en compuestos fenólicos contenido oscila entre los 50 y los 1000 mg/kg. Esta amplia variación dependerá entre otras cosas de factores agronómicos, la madurez de las aceitunas, la tecnología de extracción o los procedimientos de almacenamiento y envasado.
En cuanto a los efectos beneficiosos del consumo de AOVE, ya sean debido a su alto contenido en compuestos fenólicos o su composición rica en grasas monoinsaturadas, podemos destacar algunos ampliamente demostrados. Por ejemplo, la reducción de la inflamación en pacientes con artritis reumatoide (Cernadas y cols., 2014), la prevención del envejecimiento, la mejora de las enfermedades neurodegenerativas y la salud cardiovascular, así como la prevención de la obesidad.
Prevención del envejecimiento
También los polifenoles estimulan la autofagia (proceso por el cual una célula se descompone y destruye componentes viejos, dañados o anormales de su citoplasma) dando lugar a la creación de nuevas células y previniendo la senescencia (de Pablos y cols., 2019).
Mejora en el curso de enfermedades neurodegenerativas
los polifenoles parecen reducir la acumulación de las proteínas amiloides asociadas, por ejemplo, al Alzheimer. Y también, algunos de ellos como el hidroxitiroxol, tienen una amplia capacidad antioxidante y antiinflamatoria. Demostrando, por tanto, que el consumo de AOVE disminuye las posibilidades de sufrir déficits cognitivos (Rodríguez-Morató y cols., 2015).
Mejora de la salud cardiovascular
Son muchos los estudios que demuestran el beneficio cardiovascular ofrecido por el AOVE. Los polifenoles presentes en este reducen el riesgo de enfermedad cardíaca, los niveles de colesterol LDL y de colesterol total (Flori y cols., 2019). Además, también previenen la formación de placas ateroescleróticas y la mejora de la hipertensión (Massaro y cols., 2020).
Prevención de la obesidad y mejora de la diabetes tipo II
La obesidad tiene una alta correlación con las enfermedades cardiovasculares y con la diabetes tipo II. Así, los polifenoles presentes en el aceite de oliva mejoran el metabolismo de las grasas y la sensibilidad a la insulina, ayudando a equilibrar los niveles de azúcar en sangre (Ditano-Vázquez y cols., 2019; Schwingshackl y cols., 2017).
Surgen nuevos beneficios del Aceite de Oliva
Además, no cesan de investigarse nuevas cualidades positivas derivadas del consumo de AOVE. Entre las que destaca su papel en la lucha contra el cáncer y la influencia ejercida sobre la microbiota.
AOVE como agente de protección contra el cáncer
Se está estudiando el papel de los polifenoles debilitando a las células cancerosas e incluso llevando a la muerte celular a este tipo de células. En concreto, el oleocantal, uno de los compuestos fenólicos presentes en el AOVE, está siendo ampliamente estudiado debido a que ha demostrado inducir de forma selectiva la muerte celular de las células cancerosas (LeGendre y cols., 2015). También, otros compuesto fenólicos como la oleopurina o el hidroxitirosol parecen intervenir en las vías de señalización del cáncer de mama más agresivo, el triple negativo, reduciendo la migración de las células cancerosas e incluso induciendo su muerte (Donovan y cols., 2020).
Papel del AOVE sobre la microbiota intestinal
La dieta mediterránea, rica en fibra, ácidos grasos beneficiosos y compuestos polifenólicos, se asocia con una mayor diversidad microbiana intestinal, mayor cantidad de bacterias beneficiosas y niveles reducidos de inflamación intestinal. Es decir, esta demostrado el efecto prebiótico del AOVE sobre la microbiota del intestino, estimulando el crecimiento de bacterias beneficiosas y suprimiendo el crecimiento de las patógenas (Millman y cols., 2021).
Además, el consumo de AOVE provoca que una serie de bacterias de la flora intestinal, como Bacteroides y Lactobacillus, aumenten la producción de ácidos grasos de cadena corta. Estos son potentes activadores de receptores de membrana asociados a la regulación de glucosa en sangre e implicados en los mecanismos de señalización para la liberación de compuestos anorexigénicos (sustancia supresora o depresora del apetito) que aumentan la sensación de saciedad (Farràs y cols., 2020). Por tanto, el consumo de AOVE provoca en la microbiota intestinal la mayor liberación de compuestos de efecto saciante.
Los ácidos grasos de cadena corta como el acetato, el butirato y el propionato, producidos por las bacterias intestinales también tienen un impacto importante sobre el sistema inmunológico de las mucosas. De esta forma, esos ácidos grasos pueden ayudar a fortalecer la barrera intestinal y prevenir la infiltración de bacterias y patógenos, así como de lipopolisacáridos que conducirían a una posterior respuesta inflamatoria (Millman y cols., 2021).
CONCLUSIONES
Dada toda experimental procedente de estudios epidemiológicos a gran escala, se ha observado que la cantidad óptima de AOVE que se debe consumir diariamente para obtener beneficios a nivel cardiovascular y cerebral es de al menos 4 cucharadas diarias (59 mL). Asociándose con un 30% menos de riesgo de episodios cardiovasculares y una mejor función cognitiva en comparación con una dieta baja en grasas. Además, este consumo de AOVE ayuda a mantener unos niveles de colesterol óptimos y proteger las LDL del daño oxidativo (Estruch y cols., 2018; Martínez-Lapiscina y cols., 2013).
Por tanto, el consumo de aceite de oliva demuestra claramente beneficios generalizados en una variedad de aspectos de la salud y la enfermedad y también muestra un gran potencial terapéutico para modificar positivamente la microbiota intestinal, así como la actividad y el funcionamiento del sistema inmunológico de las mucosas.
REFERENCIAS
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